por José Ramón RipollUna de las características de nuestro tiempo es comenzar la casa por el tejado. La cacareada posmodernidad le ha otorgado al diseño más importancia que al contenido, de manera que podamos sorprendernos más con la forma y color del envoltorio que con el propio regalo. Así, en el mundo de las apariencias construimos la vida o, por lo menos, aquello que, como en la caverna de Platón, es sólo el reflejo de cuanto se mueve. Todo intenta ser emblemático, calificativo que por su excesivo pronunciamiento pierde día a día su significado...